6 octubre, 2023

27 DE SEPTIEMBRE DE 2023, UN AÑO DEL ALTA

Abro los ojos, y como todos los días en el último año, doy las gracias. No soy religiosa, así que no sé exactamente a quien doy las gracias, doy las gracias al universo, a los profesionales, a ella… a todo. Lo bueno de todo, es esto con lo que me quedo, con esa conciencia de que tengo cada día de valorar que todos estamos bien.

Todo queda lejano. Cuando lo recuerdo ya no oigo un pinchazo dentro. Se va desdibujando el recuerdo, como en aquellos sueños en los que no piensas más durante el día y cuando quieres contarlo por la noche te das cuenta de que ya no recuerdas la sensación, de que las imágenes ya no son tan reales.

Ella fue la primera en alejarse del recuerdo, de un día para otro empezó de nuevo, sin miedo, sin rastro alguno, como si todo aquello no le hubiera pasado a ella. Nosotros, sus padres, más incrédulos, incapaces de creer que lo que habíamos deseado tanto estuviera ocurriendo. Pero era real, nuestra hija se había recuperado.

La pequeña, la que nunca lo entendió pero lo comprendió siempre, ella es la única que todavía lo vive, que todavía lo habla, lo recuerda, lo llora… poco a poco, va aceptando una enfermedad que ahora sí entiende, poco a poco se permite celebrar que su hermana se recuperó.

Parece mentira cómo acaba superándose incluso el recuerdo, lo había leído, había hablado con padres que habían dejado atrás hacía tiempo la enfermedad, pero en muchos momentos pensaba que nunca llegaría. Ahora ya no siento el nudo en el estómago, ya no me oprime el cuello, ahora tengo voz y puedo escribir, ahora puedo respirar tranquila y sonreír recordando la cena de anoche.

Justamente la cena de ayer, en la que se produjo una escena que habría sido insólita años atrás. Nuestra hija pequeña reprendía a la mayor porque se había comido todos los Donettes, la mayor se rió y le contestó que ella tenía más derecho porque no les había podido comer durante tres años, sonreímos todos.

La misma noche del 26 de septiembre de un año antes, ella ya sabía que a la mañana siguiente haría por última vez el camino para ir al clínico, estaba nerviosa, sentía que era el momento de volar. Lloró al decir adiós a su terapeuta, lloró recordando que ese espacio y aquellos profesionales se convirtieron en casa y familia, y que gracias a ellos, ella salía libre y feliz.

Libre y feliz como sigue siendo ahora, y hoy un regalo de cumpleaños en forma de diamante resalta su ombligo, la miro y pienso que cuando baje la cabeza ella verá mucho más de lo que verá el resto del mundo.

 

Imma.