15 enero, 2021

Tempestad de restricciones

Pon la casete de Beyoncé. Hazla correr hasta la pista tres y siente los primeros latidos de Halo. Una melodía de ángeles que hacen nacer el día, de unas flores que vuelven a lugar después de haber pasado la noche; de un sol que empieza a estirarse haciendo bostezos para levantarse de la cama; de unos árboles que empiezan a desplegar las copas para guarecer los turistas de la lluvia y hacer sombra a aquellos abuelos que se sientan en los bancos y dejan reposar el bastón. La melodía coge fuerza, las manos empiezan a repicar y los tambores a marcar el ritmo hasta estallar la voz de Beyoncé. Siento cómo mastica palabra por palabra, cómo la voz le fluye por encima de las notas del pentagrama. ¿Cómo puede la voz de una mujer llegar a tener tanta fuerza? Parece que todo fluya, que navegue por un mar de oleadas. Un mar que mece tranquilo porque no conoce el Coronavirus. Un mar que no entiende qué son las restricciones. Un mar libre, sin controles de movilidad, un mar que se ensancha por todo el Universo, un mar que sigue palpitando en un salón grande.

 

Hace un tiempo, le decía a mi madre: ¿y si vencer la anorexia fue mi carrera y ahora no tengo fuerzas por una carrera universitaria? Y ella me decía que vencer una enfermedad no lo puede decir todo el mundo. “Por lo tanto, podrás con una carrera, con dos y con todas las que te proponga la vida. Bien es verdad que vivir una pandemia me parece otra carrera. No me gusta el control ni las restricciones. En plena anorexia ya tenía decenas de prohibiciones y restricciones que me imponía a mí misma. Odiaba todas aquellas que provenían de terceros más próximos. Y ahora, con la pandemia ha caído un temporal de restricciones, es más, todavía sigue lloviendo. Todavía siguen habiendo truenos y rayos y un cielo demasiado oscurecido que tapa aquella luz al final del túnel que todos conocemos.

 

Si todavía estás escuchando la voz, la música de Beyoncé, ve bajando el volumen y digas en voz alta que tarde o temprano todo pasa, que todo y las restricciones te prometes no recaer, que sacarás la energía y la ilusión de donde sea para poder ver más Arcos iris.

 

La anorexia es una metamorfosis. Un proceso de transformación. Sales de un capullo y viajas por una transformación absoluta hasta conocer quién eres. Si ya has sufrido la anorexia, no hay que volver a sufrir este luto, que hace sufrir, que te consume, porque ahora ya eres alguien que tiene voz para hablarse a sí misma. La voz tiene fuerza, mucha fuerza. Cada palabra que pronuncio, cada sílaba que figuras, cada letra que murmuras, cada suspiro que exhalas, tienen fuerza.

 

Blanca