27 enero, 2021

«Mamá, ya soy mayor»

Cuando eres madre toda tu energía se concentra en hacer crecer a los hijos felices, alegres, autónomos….y que lleguen a hacer su camino con pasos seguros y firmes.

Paralelamente al crecimiento de los hijos también hay un gran aprendizaje de los padres. Aprendemos con ellos. Ellos nos lo enseñan todo. Ellos nos hacen más ¨sabios¨, nos abren las puertas a nuevos retos, a nuevos mundos. Y nos dan grandes lecciones. Lecciones que nos harán mejores personas y que nos harán cuestionarnos, reflexionar y relativizar muchas cosas de la vida.

Y con todo este aprendizaje llega un momento que ¨toca¨dejarlos volar. Dejar que inicien su trayectoria vital, su viaje, su vida. Sus sueños.

Y es esto lo que queremos para nuestros hijos.

Hay una canción que me gusta mucho de ¨Maldita Nerea¨que dice así:

Toma mi corazón

que late más fuerte

cuando ve que el tuyo está bien

Que tus ojos brillan

y a los sueños quieren volver

Para que nada malo pueda suceder

Y que seas siempre lo que tú quieras ser

Y es cierto que algunas veces, ¨algo malo puede suceder¨. Y sucede . Y no estamos preparados ni sabemos lo suficiente para hacerle frente. ¿Cómo hacer frente a una situación inesperada, tremendamente dolorosa y que te rompe el corazón? Y este algo malo¨como es el TCA lo cambia todo. Y tienes que volver a empezar de nuevo a hacer frente a nuevos retos, a nuevos aprendizajes.

Como madre tuve que hacer grandes aprendizajes, aprender a estar a su lado tal como ella me necesitaba. Y cuando un día me dijo ¨mamá, ya soy mayor, soy yo quien decide si pido ayuda o no¨. A aquellas alturas, después de años de lucha, yo sabía que estas palabras no las decía mi hija, las estaba diciendo el monstruo de la enfermedad.

Pero es así. Cuando nuestros hijos son mayores de edad deciden ellos. A pesar de que no estén bien y tengan su pensamiento secuestrado por un maldito monstruo.

A los padres ¨solo¨nos queda estar a su lado de una manera incondicional. Y digo¨solo¨con comillas porque este solo es mucho. Porque puedes estar de muchas maneras e importa mucho cómo estés. Respetando su tiempo, empoderándolos para que tomen sus decisiones, apoyándolos, estimándolos mucho e incondicionalmente y confiando en ellos.

De este modo, aquella parte de su pensamiento que todavía está sana, se encamina hacia la demanda de ayuda, se encamina hacia la lucha y hacia la liberación. Se encamina a buscar una vida mejor, libre de las cadenas del trastorno. Y lo hacen porque así lo han decidido ellos. Esta motivación, esta certeza de que sólo queda la lucha, los llevará a superarlo.

Y nosotros , que habremos estado a su lado, que habremos hecho lo posible e imposible para hacer que el muro de la enfermedad que se interpone entre nosotros fuera cada día más frágil, nos sentiremos inmensamente orgullosas y aligeradas.

Y entonces podremos decir como dice la canción de Maldita Nerea:

¨Y que seas siempre lo que tú quieras ser¨.

Bàrbara