4 marzo, 2022

DEPORTE Y TCA

Recuerdo cuando me prohibieron hacer deporte por mi estado físico. “Hasta que no recuperes tu peso, no volverás a hacer atletismo ni ningún otro tipo de ejercicio”.

 

Fue en aquel entonces cuando mi relación con el deporte se volvió tóxica. El deporte se convirtió en una forma de rebeldía. Todo el mundo estaba en mi contra y todo lo que hacía la gente era para fastidiarme. Eso me hizo creer la enfermedad, que me obligaba a moverme, y yo buscaba cualquier momento para quemar calorías. Todo ello bajo la atenta mirada del monstruo de la enfermedad.

 

La verdad es que no disfrutaba de esos momentos, llegué a odiarlos. Era incapaz de estar quieta sin sentir culpa. Cuando salía a pasear no lo hacía por disfrutar.

 

Por eso, cuando volvieron a permitirme hacer ejercicio, la enfermedad lo aprovechó para hundirme todavía más en el pozo. Empecé a hacer judo, luego cambié a aerobic, gimnasio…pero nunca conseguí disfrutar del momento. Había veces que incluso lloraba porque no quería ir pero la enfermedad me obligaba.

 

Al final, me di cuenta que el hacer deporte no me estaba haciendo bien, y decidí plantar cara a la enfermedad y me prohibí hacerlo en un intento de llevar la contraria a esas voces y hacerlas callar poco a poco. Enfrentarme al miedo que me daba quedarme quieta. Descubrir que no pasaba nada si un día me quedaba toda la tarde tumbada en el sofá viendo películas.

 

Me ha costado mucho sanar esa relación con el ejercicio. Poder decidir si realmente quiero o no salir a correr, ir al gimnasio, ir a esa clase de yoga…Ha sido un proceso largo, un proceso en el que he tenido que sincerarme conmigo misma muchas veces. “¿Realmente quieres ir al gimnasio? ¿O lo haces por compensar?” ”Si hoy quieres descansar, ¿por qué no lo haces?”.

 

Hoy en día, puedo decir que mi relación con el deporte ha sanado. Si lo hago, es porque me apetece, porque en ese momento me sienta bien, porque lo disfruto, nunca para cambiar mi cuerpo. Pero muchas veces me pregunto qué hubiera pasado si me hubieran guiado en esa reintroducción del deporte desde el principio. Igual que me enseñaron a sanar mi relación con la comida, creo que también es importante sanar la relación con el deporte. Por eso, si en algún momento sientes que no disfrutas del ejercicio, al igual que has pedido ayuda para mejorar tu relación con la comida, pídela para que el hacer deporte sea algo que disfrutes y no algo que te genere miedo, angustia, ansiedad…

 

Porque una recuperación de un TCA es mucho más que volver a comer normal. Abarca muchos aspectos, y todos son igual de importantes para la recuperación.

 

Leire

@yotambienquisesercomoanaymia