26 mayo, 2022

El amor no sana, pero salva

Cuando fui consciente de la irrupción del monstruo del TCA en casa y en especial en la vida de mi hija, me rompí los cuernos mirando de buscar de qué manera podía ayudarla, aliviarle la carga.

 

Y como madre, instintivamente, lo primero que hice fue recurrir al AMOR maternal. Creo que este es uno de los más viscerales, puros, reales, honestos y poderosos de todos los amores que existen.

 

El resto de la gente que la querían hicieron el mismo y yo pensé que podría recoger todo este amor, encapsularlo e irle dosificando para inyectarle a las venas de forma que con esto ya tuviera suficientes y pudiéramos evitar ingresos, medicación, terapias…

 

Pero rápidamente  me di cuenta que con el amor no hay bastante, a pesar del dolor y la frustración que carga esta afirmación.

 

El TCA no es solo un mal momento. No son solo “ cosas de adolescentes”. Ni manías ni llamadas de atención.

 

El TCA es una enfermedad, concretamente una enfermedad mental y como tal, requiere la intervención de personal profesional especializado como psiquiatras, psicólogas y enfermeras.

 

Es evidente que el amor debe estar, es una pieza imprescindible del rompecabezas que vayamos montando en todo este proceso, un buen aliado.

 

Pero tiene que ir acompañado también de otras muchas actitudes y sentimientos: perseverancia, compasión, empatía, calma, coraje, comunicación, paciencia, colaboración…

 

Y por supuesto, de la confianza en los terapeutas y médicos que la tratan, de sus conocimientos y experiencias, de las terapias y la medicación adecuadas, de la atención en ingresos (si hacen falta) y consultas.

 

Y de creer también en que pueda recuperar el amor hacia ella misma, puesto que este será seguramente el ingrediente definitivo por la receta perfecta.

 

Con el amor no hay bastante, pero en determinados momentos el amor puede ser una tabla de salvación, la red que la sostiene cuando todo se hunde, el abrazo que necesita cuando el monstruo lo asfixia, la mano que la retiene en el mundo, el latido y el cordón que la vinculan a la vida.

 

El amor que no puede sanarla, pero puede que sí salvarla.

 

Flors Moreno