21 octubre, 2022

SIEMPRE SEREMOS UN GRAN EQUIPO

Hace dos meses se marchó para siempre quien ha sido mi compañero de viaje durante mi enfermedad, mi recuperación y mi vuelta a la vida. Me conoció cuando acababa de enfermar y nunca me juzgó; al contrario, estuvo a mi lado en todo momento, sin cuestionarme, ofreciéndome su compañía desinteresada, dándome su calor en los días en los que el frío y la oscuridad parecían no querer desaparecer de mi interior.

 

Hablo de mi perro. Con esto no quiero decir que mi familia, mis amigxs… no hayan sido un gran apoyo durante esos oscuros años, pero el vínculo que tenía con Aysher era especial, diferente.

 

Para mí era más que un perro. Era mi confidente, aquel a quien le podía contar todo sin ser juzgada. Lo que era incapaz de contar a la gente, se lo susurraba a su oído, o simplemente, lo abrazaba y me desahogaba llorando a su lado.

 

Y es que es impresionante lo que un animal puede ayudar en momentos de debilidad. Ese vínculo que se crea entre ambos es mágico. En cierto modo, gracias a él aprendí a cuidarme. El tener que cuidar de él me hizo darme cuenta que yo también tenía que darme ese cariño a mí misma. Me di cuenta de que, al igual que yo me preocupaba por su salud, la gente que me rodeaba también se estaba preocupando de la mía, y que todo lo que hacían era para verme bien, al igual que yo hacía con mi perro.

 

Una vez recuperada, seguimos manteniendo ese lazo invisible entre ambos. Aunque ya no estuviese viviendo con él y le viese pocas veces al año, cada vez que volvía a casa él me recibía con alegría, no se había olvidado de mí, y disfrutábamos el uno del otro los días que estábamos juntos.

 

Este mes de mayo fue la última vez que pude abrazarlo. Las últimas veces que me he despedido de él siempre lo he hecho con miedo. Y esta vez, la verdad, es que lo vi ya muy viejito. Y aunque sabía que este día podría llegar en cualquier momento, cuando sucedió, no pude evitar llorar como nunca, sintiendo un gran vacío en mi interior al pensar que ya nunca podría volver a abrazar su cuerpo peludo.

 

Han sido 15 años en los que, sin quererlo, Aysher me ha enseñado muchas cosas. Hemos crecido juntos y formado un gran equipo, y aunque él no esté aquí físicamente, desde donde esté ahora seguiremos siendo ese gran equipo indestructible que un día creamos.

 

Leire