Hay veces que casi me olvido que he vivido un TCA. Cuantos más años pasan, menos conecto con el dolor y sufrimiento que viví durante diez años en que la enfermedad acompañó mis días.

Ahora, cinco años después, creo que mi mente está borrando poco a poco todos esos momentos de angustia; momentos en que no quedaban fuerza ni ganas de seguir luchando… momentos en que estaba en un túnel oscuro y no veía la luz.

En realidad, pienso que el hecho de ir olvidando poco a poco el sufrimiento que hemos vivido, nos ayudar a ser más felices. Aunque sabemos que hemos estado ahí, en el fondo del pozo, también sabemos que ahora ya no nos identificamos con el TCA y que nuestra vida está muy alejada de lo que un día fue. Sin embargo, cuando tengo días grises o situaciones complicadas, sé que tengo la fuerza para superarlas y que la misma valentía que en una época me ayudó a superar el TCA, también me ayudará a transitar cualquier momento difícil de mi vida.

Sé que para alguien que lo esté leyendo y a día de hoy esté viviendo el duro camino del TCA, le va a parecer una utopía que haya un día que eso no forme una parte activa de su memoria. ¡Pero es que la vida va mucho más allá de la enfermedad! Con el tiempo, los buenos recuerdos y vivencias maravillosas van a ir ocupando el espacio que un día ocupó el TCA.

Carolina.