12 abril, 2024

¡MAMÁ, HE VUELTO!

Cuando nuestra hija recibió el alta de su TCA –el alta total, tanto a nivel físico como psíquico y social; porque quiénes sabéis de qué va un TCA, sabréis que hay muchas capas, fases y cositas por ordenar y sanar–, cuando salimos de su centro de terapia, nos miramos, nos abrazamos y, sonriendo, fuimos a merendar, a charlar. ¡Uf! Merendar en una cafetería ahora es un lujo, si echo la vista atrás, pues durante dos años no podíamos ni debíamos ir a una cafetería o restaurante, porque mi hija no era capaz de comer fuera de casa y también por prescripción de su terapeuta. Ese día creíamos que ya habíamos llegado al punto de más alegría, más ilusión y más felicidad de ver a nuestra hija haciendo algo tan normal como merendar en una cafetería.

Quiero animar con este escrito a muchas de las familias que ahora mismo están con su hija o hijo pasando por un TCA, con esos miedos, incertidumbres, dudas, tristeza y un amplio abanico de emociones que sé que están pasando, y tienen quizás la sensación de que no saben que más hacer por ayudar, o no ven esa lucecita al final que llegará para hacerles saber que su hija o su hijo está curado y tiene su alta.

Quiero transmitir que no sólo el día que le den su alta será uno de los días más felices para la familia, sino que a partir de ese día… sin esperarlo, tendrán días y momentos emocionantes y felices post trastorno, palabras que aún recordarán de una época que fue muy dura sonarán muy agradables y os sacarán una

sonrisa borrando, si quedaba, cualquier rastro de tristeza.

Palabras como MAMÁ, HE VUELTO mientras, haciendo unos buñuelos en la cocina, veíamos como nuestra hija disfrutaba preparando la receta, chupándose los dedos, cocinando y comiendo varios de los buñuelos, añadiendo “¡Con este calor, tengo ganas de ir a la playa ya! (había estado dos años sin ir con tal de no ponerse en bikini), a lo que todos los que estábamos en la cocina la miramos, en especial yo, emocionada. Ella, riendo, me miró y dijo: “Mamá, he vuelto”.

 

Rosa García.