24 febrero, 2023

RECONSTRUIRSE

Tenías 11 años cuando la enfermedad llegó a nuestras vidas, brusca, inesperada y con la misma fuerza que un día la echaste. Recuerdo esos primeros días con una sensación indescriptible, como un presagio de lo que vendrá, que no se conoce, pero que se te clava dentro y no te deja respirar.

Eras una niña, era el momento de crecer, salir del nido y descubrirse. Pero será difícil encontrar quién eres, quiénes son tus amigos, qué te gusta y en qué sueñas cuando estás secuestrada por un monstruo que te anula. Tu vida se detuvo.

Ni que decir tiene que fueron años muy duros. Años de lucha, soledad, incomprensión, ver la vida por la ventana del hospital. Pero también demostrar una fuerza y resiliencia que estoy segura te acompañará siempre.

A día de hoy no queda ningún rastro de la enfermedad, pienso que quizás la única evidencia de que un día la sufriste, es que ahora tienes que reconstruirte, reconocerte en una persona diferente de aquella anterior a la enfermedad , y de una obviamente muy diferente a esa enferma, descubrir quién eres ahora.

Y como todo en esta enfermedad, creo que la parte externa fue la más fácil, en muy poco tiempo la parte visible de la enfermedad desapareció, y estalló la vida. Tenías claro que tu único destino era vivir intensamente. Fueron meses de mirarte ambivalentes, felices de verte recuperada, incrédulos de la rapidez con la que lo estabas consiguiendo y preocupados por verte correr como si la vida se escapara.

Confiábamos en que reconducirías toda esta explosión y así lo has hecho, ahora empiezas a dirigir tu vida con serenidad, madurez y valentía. Y te vemos llena de vida, con proyectos, con ilusiones, y también evidentemente, con angustias y miedos.

Hoy nos sentamos en la mesa y el espacio que lo devoraba todo ahora deja lugar a las conversaciones, a las risas, a las discusiones por el móvil o la hora de vuelta, a quejarse porque hay verdura para cenar. Y veo a tu hermana, que vuelve a tener voz, que vuelve a estar presente, y cuando la veo hablar pienso en todo lo que ha callado, en tantos días terminando rápido su plato para irse a su habitación.

No le agradezco nada a la enfermedad, te lo agradezco todo a ti, hija, que nunca sabrás hasta qué punto tu lucha y recuperación, nos regaló una nueva vida a nosotros también. Y le agradezco también a tu hermana que, pequeña como era, demostró que hay cosas que no hace falta entender para saber comprender, y que tuvo la paciencia y la mirada siempre llena de amor.

 

Imma.