14 octubre, 2022

TE VEO

Tardé, más de la cuenta, más de lo necesario. Que son cosas de la edad, es normal que quieras encerrarte en la habitación, tienes 14 años, escuchar música con la puerta cerrada. Es normal ese mal humor, o que a veces no quieras salir, o que a veces me parece que quieres salir demasiado. Es normal que te cambies de ropa mil veces y te acabes vistiendo con ropa ancha y oscura. Tienes 14 años, quien no ha tenido dudas sobre su cuerpo a esa edad, cuando el cuerpo te cambia y todavía no sabes qué hacer con esa carne que va saliendo en lugares donde no la había. Son normales tus inseguridades, con estudios, con amigos. Es normal sentirse solo, a veces, a tu edad (y, a la mía), es normal sentir que no encajas. Es normal, todo es normal.

Todo va bien, son cosas de la edad. Los estudios te van bien, tienes un grupo de amigas no demasiado grande pero leal, la familia sigue riendo y haciendo cosas, saliendo… Todo va bien…

Sin embargo, hay algo que no encaja. Esa ausencia tan presente o sentirte ausente aunque estés a mi lado. Estás y no estás al mismo tiempo, es raro… Son cosas de la edad. Ya me lo dicen que te estoy demasiado encima, que tengo que dejarte hacer.

Me esfuerzo en hacerlo. Te estás haciendo mayor y es normal que te vayas despegando de tu madre. Te pregunto, sutil y abiertamente. Y me dices, «que, no, mamá, que todo va bien».

Y te creo.

Pero no me convence, tampoco me gusta… Es duro ver que os hacéis mayores. ¡Es lo que toca, sin embargo!

Y un día ves que los pantalones ya son demasiado balderos, ¡si sólo hace dos meses te iban clavados! Y empiezas a estirar un hilo de Ariadna que te adentra en el laberinto, que te acerca al maldito minotauro. Estoy asustada y tú corres en dirección a la bestia y no puedo detenerte.

Y, de repente, todo lo normal, deja de serlo. Te veo, hija. Siempre te he visto, pero ahora empiezo a comprender. Entraste en el laberinto y quedaste atrapada. Sin ver la salida, cada vez en la parte más oscura, pero te veo. Veo la lucha contra una bestia que te ahoga, que te atrapa, que te envuelve, que te engaña.

Una bestia que habla con tu boca, tu voz, pero no eres tú.

Una bestia que me decía que todo va bien, todo es normal. Era raro, porque no eras tú.

Una bestia que ya no me engaña porque ahora te veo.

 

 

Teseo mató al minotauro y salió del laberinto, David ganó a Goliat.

Escribiré tus hazañas para que tú también vencerás. Y yo te veré.

 

Imma.