29 octubre, 2020

El regreso

El recuerdo

tan vívido y nítido,

yo

enferma

vacía

etérea,

me estremece:

El espejo salta

por los aires

cada vez que me ve.

No me mira

a mí,

ve otros cuerpos,

los que envidio

con voluntad

férrea,

los que celo

con la ansiedad

que me corroe

que me ciega,

que me ignora,

 

no hago falta

no me mira.

 

La báscula es

una mancha oscura

espesa

en un suelo recién fregado

inocente

poroso

bajo mis pies desnudos.

Flotan en su superficie

palabras oxidadas

negras

frías

permeables

—fea gorda inútil—

que caen de mis pestañas

de niña,

lágrimas ácidas.

 

El regreso a la vida

tan lento y certero,

yo

fuerte

libre

nueva,

me enorgullece:

La seguridad retumba

en las paredes

cada vez que me veo.

No te miro

a ti,

veo mi cuerpo,

el que cuido

con voluntad

férrea,

el que respeto

por el amor

que da

que me da

que me confía,

 

hago falta

tú también.

 

La autoestima es

un árbol fértil

flexible

en un suelo recién sembrado

abierto

seguro

bajo mi piel desnuda.

Flotan en su superficie

semillas amigas

generosas

cálidas

transparentes

—yo ella ellos—

que recojo en mi pecho

en expansión,

frutos dulces.